Fibromialgia: la enfermedad del alma

Por Luziane Soprani

Un cuerpo siempre será para el sujeto una “cosa” suya. Así, para vivir cada ser depende habitar un cuerpo. De este modo, las pasiones, afectos, ideas, son consideradas por el principio de la filosofía clásica, la ubicación de las molestias humanas – mencionadas a partir de un cuerpo – como función de soporte necesario. El análisis del cuerpo constituye una relación de pertenencia entre el existir y su materialidad. Este es el núcleo de grandes cuestiones que sobrepasan el tiempo, la cultura, la vida, el nacimiento, la muerte y, también, un tema intrínseco al psicoanálisis: la sexualidad.

En este artículo abordaremos el dolor físico y psíquico sin causa orgánica. Enunciamos aquí, un síndrome que no se encuentra causa orgánica específica – llamaremos enfermedad del alma. El síndrome cuyos dolores crónicos sin causalidad orgánica constatable, son fuente de sufrimiento para pacientes y un desafío para los profesionales de la medicina. Este síndrome está localizado en la frontera entre la reumatología y la patología psicosomática, con comorbilidades de trastornos y una degradación de la calidad de vida en el plano profesional, social y familiar.

La fibromialgia es un síndrome clínico que se manifiesta con dolor en todo el cuerpo, principalmente en la musculatura. El síndrome cursa con síntomas de fatiga, intolerancia al ejercicio y sueño no reposante – la persona se despierta siempre cansada. Los médicos clasifican la fibromialgia como un síndrome, porque caracteriza un grupo de síntomas sin que se identifique una causa específica.

No existe una causa única conocida para la fibromialgia, pero hay algunas señales para identificarla. Los estudios más recientes muestran que los pacientes con fibromialgia presentan mayor sensibilidad al dolor que otros que no tienen la enfermedad. Esto no está relacionado con el hecho de ser “fuerte” o “débil” con respecto al dolor. En realidad, funciona como si el cerebro de los fibromiálgicos fuera una brújula desregulada en que activara todo el sistema nervioso para hacer que la persona sentir más dolor. Por lo tanto, los nervios, la médula y el cerebro estarían haciendo que cualquier estímulo doloroso sea aumentado de intensidad.

El dolor de la fibromialgia es real. Hay estudios experimentales avanzados que muestran el cerebro funcionando y los pacientes con fibromialgia sintiendo dolor. También se realizaron estudios con el líquido que baña la médula y el cerebro (líquor) y se vio que las sustancias que llevan la sensación de dolor al cerebro están de tres a cuatro veces aumentadas en pacientes fibromiálgicos en comparación con las personas sin el problema.

Tanto pacientes como médicos parecen entender mejor las causas del dolor cuando existe una inflamación, un herido, un tumor, que están allí, visibles, causando el dolor. En la fibromialgia es diferente; si sacamos un pedazo del músculo que está doliendo y miramos en el microscopio, no encontraremos nada – porque el problema está solamente en la percepción del dolor.

Los datos epidemiológicos señalan una mayor incidencia de esta entidad clínica en mujeres jóvenes, pero no podemos dejar de abordar a los hombres con mucha sensibilidad al dolor. La sociedad y muchos estudiosos insisten en proclamar que a las mujeres son más sufriente que los hombres, sin embargo, bajo la mirada de una psicoanalista, el sexo masculino sufre tanto como apunta el sufrimiento del sexo femenino. No podemos generalizar y racionalizar que el sexo femenino es más susceptible que el sexo masculino. Los hombres todavía hoy, necesitan omitir sus sentimientos para no mostrarse débiles. Esto es una condición precaria de la observación humana.

Independiente del sexo, existe en ese síndrome una ausencia de evidencias en la materialidad del cuerpo y la presencia de factores psicopatológicos dificulta el diagnóstico y tratamiento. Ante la diversidad y los factores involucrados en determinados síndromes. Se requiere la indicación de un enfoque multidisciplinario para un tratamiento con resultados más eficaces.

En ese contexto, al mismo tiempo que los profesionales buscan una cura para sus dolores, los pacientes claman por el reconocimiento de ese síndrome que causa mucho sufrimiento.

De la PSICANÁLISIS:

La sugerencia es considerar la eventual función de la fibromialgia en la estructuración psíquica como solución subjetiva. Para el referencial teórico-clínico del psicoanálisis. El psicoanálisis proporciona elementos para reflexiones sobre el dolor en el cuerpo y su lugar en la psique.

A partir del estado actual de las investigaciones sobre el tema – considerando la escasez de estudios en el campo del psicoanálisis, el punto neurálgico para nosotros psicoanalistas es poder contribuir a un abordaje de la fibromialgia que sustenta el relato de la experiencia de dolor. No tenemos a la pretensión de poner la fibromialgia a cualquier cuadro psicopatológico, como la histeria o la depresión – el foco del psicoanálisis es subrayar la posición subjetiva – del que sufre en su cuerpo ese dolor “insoportable” para entonces, tener un diagnóstico junto a los profesionales médicos en el tratamiento de la fibromialgia.

¿Qué puede la fibromialgia enseñar al psicoanalista? Creemos que, además de la enfermedad, hay un sujeto en cuestión y que el diagnóstico en psicoanálisis se produce a partir de la posición que éste ocupa frente a su síntoma. Lo que, más allá del dolor, de lo que el analizando dice, comporta un hablar singular. Si en la medicina el diagnóstico se fundamenta en los fenómenos comprobados y en una probabilidad estadística, el psicoanálisis avanza, más allá de los fenómenos, los modos de enfrentar la singularidad del sufrimiento. De la forma como el dolor psíquico, implicada en el dolor físico, hace que el psicoanálisis avance en la subjetividad de los casos bajo la mirada clínica. La fibromialgia no puede ser igual para todos, aunque haya una tipología, una peculiaridad sintomatológica en la enfermedad, el rasgo único dirá más sobre el que sufre y sobre el uso que hace de su dolor.

” El umbral de estimulación necesaria para transformar un estímulo sensorial en una posible amenaza se reduce significativamente en la fibromialgia, una de las principales características del proceso neurobiológico que afecta al sistema ampliamente conjunto y puede convertir sub – información clínica en sensaciones desagradables en diferentes partes del cuerpo. ” (Collado, A., 2008, p. 517-518) .

DE LA EXISTENCIA DE ESTADOS DOLOROSOS CRÓNICOS:

La existencia de estados dolorosos crónicos sin sustrato orgánico, enfermedades del dolor, es señalada desde el siglo XIX. Entre ellos, la fibromialgia (FM), conocida como fibrositis desde 1904 (Gowers, 1904), tiene una denominación bastante reciente (Smythe y Moldofsky, 1977). Reconocida por la OMS en 1992, bajo la identificación M 79.7 en la clasificación internacional de las enfermedades (CID), este síndrome se define como compuesto de dolores musculoesqueléticos acompañados frecuentemente de trastornos del sueño y fatiga. A partir de esta clasificación, que le confiere un estatuto de enfermedad, el aumento del interés en la fibromialgia repercute en numerosos estudios (Kahn, 1989; Kochman, 2002; Sin embargo, su etiología permanece oscura y parece remitirse a un origen multifactorial,
La mayoría de los textos y estudios sobre el tema indican la posibilidad de una comorbilidad psiquiátrica en lo que concierne a la presencia de trastornos de ansiedad y depresión. Siendo así, apuntan la adecuación del recurso a tratamientos medicamentosos conforme cada caso es sus comorbilidades. En el reciente estudio brasileño sobre el tema al mismo tiempo en que los ejercicios de estiramiento y asimilados (Heyman et al., Idem) se mencionan en el reciente estudio brasileño sobre el tema. De todos modos, la indicación de un enfoque multidisciplinario para el tratamiento de los casos de fibromialgia parece consenso en la mayoría de los trabajos del área médica, figurando tanto en el reciente estudio Consenso brasileño del tratamiento de la fibromialgia (Heyman et al., Ibid) (En el caso de las mujeres).

Numerosos autores reconocen el importante e incluso preponderante papel de los factores psíquicos en el surgimiento de la fibromialgia. Al mismo tiempo, la mayor parte de ellos, rechazan la asimilación de ésta a cualquier enfermedad psiquiátrica y sólo el componente psicosomático es, en ciertos casos, evocado. Una vulnerabilidad psicológica marcada por el estrés (Boureau, 2000), la tendencia al “catastrofismo”, a la “victimización”, a veces una hiperactividad previa, un contexto de tensión emocional constante, ansiedad y afectos depresivos vienen esbozando un cuadro psicológico del paciente fibromiálgico. Sin embargo, se subraya que las relaciones de causalidad entre los síntomas psiquiátricos y la fibromialgia son difíciles de confirmar. (Menkès, Godeaul, 2007).

Es posible que los trastornos encontrados en la fibromialgia (fatiga, trastornos del sueño, dolores de cabeza, disminución de la actividad cognitiva) hacen observar los signos de depresión, sumando a un síndrome doloroso. Sin embargo, no se encuentran ni las ideas suicidas ni los elementos de desvalorización y autoacusaciones. De igual modo, si los autores subrayan las relaciones innegables entre la fibromialgia y una extensa lista de trastornos psicológicos, entre ellos la hipocondría, trastornos funcionales y somatoformes, el criterio principal de los dolores difusos parece, sin embargo, separarlos (Kochman, Hatron , 2003). Sólo las comorbilidades entre los estados de estrés postraumático (SPT) y la fibromialgia, tanto en términos de la expresión sintomática como en el de la anamnesis (eventos traumáticos, violencia, abusos sexuales, etc.) parece confirmada en el plano clínico. en general,

En muchos casos, las evidencias de la enfermedad a través del diagnóstico pueden permitir al sujeto cierto alivio. En realidad, el reconocimiento del dolor, abre la posibilidad de tener a mano, como un prêt-à-porter, una causa que proporciona cierto sentido a los males somáticos, pero también a los psíquicos. Gracias a esa identidad adoptada y caracterizada con el sello de la fibromialgia, existe el deseo de sentir dolores corporales, pero, sin embargo, no necesita ser escondida u omitida.

En la contrapartida a los intentos siempre sin definiciones y / o de un diagnóstico exacto para describir un perfil típico del paciente fibromiálgico – correcto será obtener referencias a una psicopatología sostenida en la consideración del sujeto. Así, no podemos proclamar que existe la “cura a cualquier precio”, pero se puede, considerar la eventual función de la fibromialgia en la estructuración psíquica como solución subjetiva. En esa acción “esperanzada,” (el médico, el psiquiatra, el psicoanalista y / o psicólogo) pueden mantener el decir del sujeto en su intento de esbozar una teoría personal de su enfermedad. Es un primer paso, una vía para permitir al sujeto cambiar o, al menos, comprender su posición frente al sufrimiento sin remedio. En algunos casos, este puede ser un camino para un verdadero cambio subjetivo,

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