La sensación de cansancio y dolor que no mejora con el reposo puede prolongarse por varios meses. Las claves para reconocer a tiempo las señales del cuerpo y seguir el enfoque terapéutico adecuado
Se trata de enfermedades diferentes, pero con una forma de presentación y síntomas similares, lo que confunde y demora la detección de la patología, y, por consiguiente, dificulta dar con un correcto diagnóstico y posterior abordaje terapéutico. Aunque se crea que el dolor crónico que las define no supone en principio un riesgo mayor, las dolencias constantes pueden ser el inicio de la aparición de otras patologías –depresión, estrés, entre otras– que afectan mucho la calidad de vida.
Las enfermedades referidas son la fibromialgia (FM) y el síndrome de fatiga crónica(SFC). Estas dos patologías están catalogadas bajo el síndrome de sensibilidad central (SSC), que además agrupa a un conjunto de enfermedades como el colon irritable, dolor miofacial, dismenorrea, cistitis intersticial e hipersensibilidad química múltiple, entre otras.
La FM se caracteriza por fuertes dolores generalizados –musculares y articulares– causados por un desequilibrio en los neurotransmisores del sistema nervioso. Las mujeres son las más afectadas (9 de cada 10 casos). En tanto, el SFC, también conocido como encefalomielitis miálgica, es una enfermedad que provoca un cansancio continuo que persiste incluso después de un largo descanso y cuya prevalencia es mayor en mujeres de 30 a 45 años.
Además de los dolores generales, los desórdenes en los niveles de hormonas de crecimiento, la dificultad para concentrarse, el insomnio, el desánimo o la reducción del flujo sanguíneo son algunos síntomas que comparten. A la vez, existen algunos puntos claves para diferenciarlas, un paso fundamental para orientar el enfoque terapéutico.
– Algunos síntomas que se producen en la fatiga crónica, como fiebre y dolor de garganta, no ocurren en los casos de fibromialgia.
– Mientras que la FM se presenta mayormente en personas entre los 45 y los 55 años, la SFC afecta a pacientes de 30 a 45 años.
– En la SFC hay síntomas de amígdalas edematosas o hiperplásicas, o de adenopatías o inflamación de ganglios linfáticos.
– La FM produce una sensación de cansancio generalizado, pero no intenso, a diferencia de la SFC, que en ocasiones no alivia ni el sueño.
– Los síntomas de la FM mejoran con el ejercicio (nadar, caminar, practicar yoga), un hábito no recomendable –salvo estiramientos graduales y de muy baja intensidad– para los pacientes con SFC.
– La aparición de la FM es paulatina y de síntomas muy estables. En cambio, en la SFC es brusca y fluctuante.
– Uno de los síntomas peculiares de la SFC es el agotamiento al hablar, distinto de lo que sucede con la FM.
– La FM provoca rigidez corporal al estar inmóvil durante un tiempo prolongado, mientras que la FC no.
Descubrirlas no es tarea fácil. Al paciente le piden análisis de sangre, estudios de imágenes, y pasan además por un examen físico donde buscan determinado número de puntos dolorosos. Además, el tratamiento lleva un acompañamiento psicológico. De esta manera, “los médicos vamos descartando otras patologías”, señaló Nieves Capozzi (MN 51850), jefa de la Sección de Reumatología del Hospital Nacional Posadas.
Alejandro Puente, médico psiquiatra y especialista en terapia familiar, le había explicado a Infobae que el terapista, además de trabajar con psicoterapias, suele incluir medicación que, básicamente, consta de antidepresivos y antiinflamatorios. Sin embargo, hay algunos tratamientos empíricos con vitaminas, gammaglobulinas, y también pueden llegar a incluir homeopatía.